Un repaso a la historia reciente de los sistema monetarios
parte i: sistemas MONETARIOS metálicos

Empezaré dando la respuesta breve para los impacientes: la vuelta a un patrón oro -basado esta vez en una moneda neutral como el Bancor- requeriría un acuerdo proactivo entre las primeras potencias y los países exportadores de petróleo (un nuevo Bretton Woods). A falta de dicho acuerdo, y ante la desconfianza en el dinero fiduciario, se exigiría el pago de las importaciones en metales preciosos (como en tiempos de guerra), lo que supondría la vuelta -de facto- al monometalismo o al bimetalismo.
En esta serie de tres artículos de temática apasionante voy a explicar los sistemas monetarios pincipales sobre los cuales se han desarrollado Occidente y sus colonias en los últimos siglos. El sistema monetario vigente en cada momento determina la forma de los intercambios comerciales internacionales, permite descifrar la geopolítica que subyace y entender los conflictos de la historia reciente.
Con frecuencia, el colapso de un sistema monetario lleva aparejado el declive de la potencia que se sustentaba en él. Controlar e imponer un sistema monetario puede retrasar el reconocimiento de un caída económica, pero se corre el riesgo de tener después un hundimiento mucho más brusco.
La crisis actual se suele calificar de «sistémica» sin que la ciudadanía comprenda el alcance real del adjetivo. Todos lo entenderíamos mejor si dijéramos que es una «crisis del sistema monetario», con todo lo que eso implica. El pánico que demuestran los bancos centrales tomando medidas inimaginables hace tan solo cinco años es prueba de ello.
En los próximos artículos explicaré de manera sencilla el funcionamiento y la historia reciente de los sistemas monetarios, empezando por los sistemas basados en la circulación de monedas acuñadas en metales preciosos.
Distinguiré tres categorías de sistemas monetarios, y dividiré los artículos en consecuencia:
- Los sistemas «metálicos» en donde circulan físicamente monedas acuñadas en metales preciosos (desde la edad media hasta la Primera Guerra Mundial),
- El patrón oro de papel moneda, en donde circulan billetes y monedas que no tienen valor intrínseco, pero sí que representan una cantidad fija de metal precioso que se puede canjear en el banco central emisor (desde 1944 hasta 1971),
- Y los sistemas fiduciarios, en donde los billetes y monedas no representan un bien tangible, y por tanto su utilidad está basada en la «fe» que se tenga en ellos y en la imposición legal (períodos bélicos y desde 1971 al presente).
Para quien siga leyendo, en esta primera parte trataré de los sistemas monetarios «metálicos», con diferencia los más utilizados en la historia.
1. EL ESTÁNDAR DE PLATA
Durante milenios, el oro y la plata han sido preponderantes a la hora de almacenar valor y de intercambiar bienes. En los siglos que siguen al descubrimiento de América, y hasta la Primera Guerra Mundial, las monedas de uso corriente han sido básicamente de oro, plata, cobre y/o bronce.
El mayor acuñador de monedas de oro y plata de la historia, el Reino de España, emitió escudos de oro, reales de plata y maravedís de cobre que han circulado durante siglos gracias a los formidables recursos de las colonias.
El real de a 8 (también llamado peso fuerte, o dólar español), acuñado por la corona española a partir de la reforma monetaria de 1497, se volvió de facto en la moneda estándar para el comercio internacional cuando su producción se disparó en el siglo XVI con el descubrimiento del yacimiento de plata del Cerro Rico de Potosí.

A partir de entonces, y durante cuatro siglos, el real de a 8 fue la base del «estándar de plata» hasta que en el siglo XIX los países irían migrando al oro como base de medida.
En las Casas de Moneda, o cecas, los ciudadanos podían traer plata y oro en bruto y, a cambio de una comisión, ver acuñada su plata en monedas de curso legal.

Durante el tiempo que Occidente basó su comercio en la plata también circularon monedas de oro. Las españolas fueron el ducado y después el escudo (y el doblón, equivalente a dos escudos). Estas monedas tenían un cambio relativamente estable en peso con la plata (1:15½), pero que en la práctica tenía que ser corregido cuando la producción de uno u otro metal sufría alteraciones. La plata seguía siendo la unidad de medida estándar, de ahí la clasificación del sistema monetario.
Inicialmente, había una relación fija entre las monedas de distintos metales de un mismo país. Así, un escudo equivalía a 10 reales, y un real a 35 maravedís. Pero con el tiempo un escudo pasó a valer 16 reales, debido a la abundancia de plata y la escasez de oro.
Para hacernos una idea del nivel de precios de la época, que fue relativamente estable durante siglos, extraigo de la web «Vivir en la historia» siguiente texto:
Un peón de la obra cobraba 2 reales (64 maravedíes) por día. Un profesor de gramática del Estudio de la Villa se embolsaba poco más de un real al día. Los cargos de la fábrica de San Lorenzo (aparejadores, escribanos…) cobraban entre los 4 y los 7 reales.
Con estos salarios como orientación, podemos valorar mejor los precios. Medio kilo de sardinas costaban unos 20 maravedíes (medio real), un huevo, 3 maravedíes y un pan de algo más de un kilo, costaba 9 maravedíes. Un litro de vino, 5 maravedíes.
Vestirse, sin lujos, para un año se llevaba unos 100 reales, es decir, unos 20 jornales para un trabajador cualificado y unos 50 para un peón de la obra. Como vemos, comer y vestirse se llevan una buen parte de los jornales, a lo que hay que añadir iluminación (una libra de velas de sebo costaba casi un real), calefacción, la casa…
De ahí podemos deducir que en valor presente, un real equivaldría a unos 10 €, si bien el valor actual de los 3,35 g de plata que contenían sería de solo 2,30 €. Así, la plata era entre 4 y 5 veces más valiosa que hoy en día.
Un maravedí serían 30 céntimos, lo que nos da un precio de 5€ para medio kilo de sardinas, casi 1€ para un huevo (todo un lujo), casi 3€ para un pan de más de un kilo (parecido el precio al actual) y 1,5€ para un litro de vino. Vestir durante un año costaba 1.000€, pero hay que tener en cuenta que los telares industriales tardarían siglos en ser inventados.
Un infante de los Tercios de Flandes cobraba 2 escudos al mes, lo que vienen a ser 2 x 3,4 gr de oro, que al precio actual serían unos 260 euros. Nuevamente, hay que multiplicar también por 4 ó 5 para hacernos una idea del dinero que debía representar el oro en aquella época.
El precio de un esclavo podía oscilar según la «calidad del género» entre los cien y los trescientos escudos, lo que venía a ser -corregido por el factor anterior- entre 60.000 y 180.000 euros. Eran precios realmente prohibitivos, sobre todo si tenemos en cuenta que no existía la posibilidad de hipotecar el esclavo para financiarse, y por tanto estaban reservados a la nobleza y a los terratenientes.
El Imperio Británico seguía el mismo esquema monetario, con libras de oro, chelines de plata y peniques de cobre.
El dólar norteamericano, se creó en 1792 (una década después de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos) como una réplica del real de a 8 español, ya que era con diferencia la moneda de uso más común en las antiguas colonias británicas.
Su nombre, el dollar, deriva del «spanish dollar», el nombre que daban al real de a 8 español por su parecido con el thaler austríaco (thaler y dollar se pronuncian muy parecido en inglés). Se supone que el símbolo del dóllar «$» proviene de las columnas de Hércules decoradas con bandas, que figuran en el reverso del real español.

A pesar de la longevidad del estándar de plata, llegado el siglo XIX, los avances en las técnicas de minería propiciados por la Revolución Industrial hicieron que la plata bajara de precio en relación al oro, y varios países decidieron progresivamente basar su moneda en el oro para no ser perjudicados al vender sus exportaciones.
Esta migración desordenada a un estándar de oro produjo un caos en los intercambios comerciales internacionales, lo que dió lugar al tratado de 1865 por el que se creaba la Unión Monetaria Latina, y con ella un sistema monetario bimetálico.
2. EL SISTEMA BIMETÁLICO
El bimetalismo, o la circulación corriente de monedas de oro y plata, fue el sistema monetario preponderante en los siglos XIX y parte del XX a raíz de la Unión Monetaria Latina.
La clave para que un sistema monetario sea bimetálico, es que la unidad de medida (la peseta, el marco, el franco, etc) se escalone progresivamente a través de monedas de distinto metal, lo cual impide ajustar la relación entre el oro y la plata, como pasaba con el escudo y el real.
En 1865, cuatro países europeos -Francia, Bélgica, Italia y Suiza- fundaron la Unión Monetaria Latina basada en el «franco germinal» francés de1803, el cual empleaba oro para las denominaciones elevadas, plata para las intermedias y bronce para las pequeñas, todo ello basado en el -doblemente- revolucionario sistema métrico decimal. Napoleón se había encargado, años antes, de «popularizar» entre los países vecinos la moneda francesa, así que había predisposición para adoptarla.
Tres años más tarde, en 1968, España ingresó en el «club de la moneda única» abandonando sus centenarias monedas (escudo, real y maravedí) por las modernas pesetas de oro y plata, y sus céntimos de bronce.
Se trataba de facilitar el comercio internacional, y la lista de países y colonias que se incorporaron progresivamente a la Unión Monetaria Latina fue impresionante:
Albania | Andorra | Argentina | Austria | Congo belga |
Bélgica | Bolivia | Bulgaria | Camboya | Chile |
Colombia | Costa Rica | Creta | Ecuador | El Salvador |
Eritrea | España | Estados Unidos | Filipinas | Finlandia |
Francia | Guyana | Grecia | Guatemala | Haití |
Honduras | Hungría | Indias o. danesas | Indochina | Italia |
Letonia | Liechtenstein | Luxemburgo | Magadascar | Mónaco |
Montenegro | Marruecos | Nicaragua | Panamá | Paraguay |
Perú | Polonia | Puerto Rico | Rep. Dominicana | Rumanía |
Rusia | San Marino | Serbia | Suecia | Suiza |
Reino Unido | Túnez | Uruguay | Vaticano | Venezuela |
Yugoslavia |
Es lo más cerca que había estado nunca el mundo de tener una divisa internacional única, siendo notable las ausencias de los imperios británico, austrohúngaro y otomano, futuras potencias beligerantes de la Primera Guerra Mundial.
Una peseta era equivalente a un franco francés, tenía las mismas dimensiones y aleación, y su diferencia consistía en el diseño del anverso y del reverso. Lo mismo hacían los demás países, fijándose por ejemplo la moneda de dólar estadounidense como equivalente a la de 5 francos franceses.
Podéis ver esta interesante tabla de equivalencias para ilustrar las monedas de los distintos países que integraron la unión monetaria.
La Unión Monetaria Latina, un proyecto mucho más ambicioso que el euro, se disolvió oficialmente en 1927, si bien su ruptura real había tenido lugar con la Primera Guerra Mundial. Incluso antes de la conflagración bélica, varios países integrantes de la unión fueron reduciendo la pureza de los metales preciosos en la composición de las monedas. Esto suponía una estafa para los demás países que acuñaban monedas de buena calidad. Por otro lado, nuevas técnicas permitieron aumentar dramáticamente la producción de plata, por lo que su relación real de valor con el oro no se aproximaba al oficial de 1:15½. Esto hacía que se obtuviera beneficio acuñando monedas de plata para cambiarlas por otras de oro, y comprar con esta últimas más plata en el exterior de la UML.
De hecho, es la variación del valor entre los dos metales -oro y plata- la que es responsable del fracaso de los sistemas monetarios bimetálicos. Con el paso del tiempo, los ciudadanos tienden a atesorar el metal más valioso en relación al cambio oficial, socavando la viabilidad del sistema. Por esto es preferible un sistema monometálico -el estándar de plata o el de oro- que permita la fluctuación del otro metal. Esto implica que las unidades de plata tengan un nombre distinto que las de oro, como pasaba antes con el real y el escudo, o el chelín y la libra.
Los billetes, si bien existen desde hace siglos, no han sido de uso habitual por los ciudadanos hasta bien entrado el siglo XX. Los primeros billetes eran títulos emitidos por bancos privados que daban fe de que se había depositado en ellos una suma tangible de monedas de oro y plata, y que generalmente llevaban una promesa de pago de intereses. Estos billetes se usaban principalmente para el comercio, y tenían denominaciones importantes.
Los primeros billetes de peseta fueron impresos el 1 de julio de 1874, coincidiendo con la concesión al Banco de España del derecho en exclusividad a emitir billetes, hasta entonces compartido con otros bancos provinciales. Tenían los valores faciales de 25, 50, 100, 500 y 1000 pesetas. Debido a su elevado valor en la época, sólo estaban destinados a ser manejados por bancos y otras entidades financieras. En total apenas se emitieron dos millones de esta primera serie.
Los billetes de uso corriente están directamente relacionados con la creación de los bancos centrales nacionales modernos (primer tercio del siglo XX) y el dinero fiduciario para financiar los esfuerzos de guerra y los períodos de crisis económica. En España hay que esperar hasta depués de la Guerra Civil para que se impriman billetes de menor denominación y por tanto de uso más habitual (ver historia de los billetes españoles). Hasta entonces, los ciudadanos cobraban y pagaban basicamente con monedas de oro, plata y bronce.
En el siguiente post desarrollaré el patrón oro, en su variante de papel moneda (gold bullion standard), tal y como ha funcionado desde los acuerdos de Bretton Woods en 1944 hasta la suspensión temporal -que ya dura más de 40 años- de Norteamérica en 1971 por decisión de Richard Nixon, en lo que se ha dado en llamar el «Nixon Shock».
En ese momento terminaron las tres décadas gloriosas, en la que los países de Occidente crecieron de forma continua y con una redistribución de riqueza que no se ha vuelto a reproducir.
Continuará…
Gabriel Asuar Coupé
http://www.desgobierno.es
febrero de 2013
Una de las personas más críticas con la economía especulativa actual es Max Keiser. En su programa titulado «Keiser report» denuncia los engaños y timos del actual sistema financiero. Lo acompaña Stacy Herbert, otra destacada analista. Dejo el enlace con varios programas de archivo. Max es partidario de volver al patrón oro.
http://actualidad.rt.com/programas/keiser_report
Veo con asiduidad el Keiser Report. Es una buena manera de practicar inglés, aunque hay versión doblada al castellano.
Añadiría otro medio, un fantástico blog en inglés llamado ZeroHedge, pero que no tiene versión traducida al español.
Respecto de la vuelta al patrón oro, como defiende Keiser, la tesis que voy a explicar en esta serie de posts, es que el patrón oro requiere un acuerdo internacional, y que si no lo hay estaremos antes un escenario monetario de oro circulante, similar al de los períodos bélicos.
El problema de esto último es que no habrá confianza en los pagos electrónicos mediante divisas, y por ello el comercio mundial se resentirá de sobremanera.
Ahí tendríamos un escenario en el que el Bitcoin podría cobrar utilidad. Pero este es otro tema de debate.
Instrumentos de acumulación de riqueza: Patrón dólar vs. Patrón oro
El patrón dólar, ha sido el resultado de la hegemonía política, económica, tecnológica y militar de EE.UU.
Ahora, con los niveles de población y recursos existentes, esa hegemonía se tambalea.
Existen trillones de dólares imprimidos, que a su vez son reserva de divisa de otras monedas. Unido al efecto multiplicador del apalancamiento crediticio, nos encontramos frente a un colapso financiero-monetario no sólo del dólar, sino del resto de papel-monedas.
El dólar y resto de monedas dejarán de ser refugio o instrumento de acumulación de riqueza, ya que existe un exceso de circulante monetario frente a los recursos cada vez más escasos.
Pero el oro, salvo instrumento de acumulación de riqueza, no evitará los problemas mundiales de pobreza, niveles de población y escasez de recursos.
Estoy completamente de acuerdo contigo. El oro no traerá un futuro mejor en sí mismo. Es más, el oro -como buena moneda deflacionaria- es mucho más proclive a la concentración de riqueza que las monedas fiduciarias controladas por los estados.
Lo que sí traerá el oro es el final de la hegemonía economicomilitar estadounidense. Y esto puede ser la salvación para los países en desarrollo que tienen materias primas y que cobrarán en oro.
Pero lo fundamental para solucionar el problema intra-nacional de la pobreza es el adecuado reparto de la riqueza. Los críticos del patrón oro argumentan que se dificulta el reparto de riqueza, ya que el estado no puede imprimir dinero para financiar los servicios sociales. Pero yo defiendo que la manera más justa de repartir riqueza no es devaluando la moneda, sino recaudando de quien más tiene.
A nivel internacional, solo la abolición del libre comercio podrá solucionar el problema de la pobreza. Cada país tiene derecho a desarollar su industria, y esto solo se puede hacer con proteccionismo. Luego hace falta que los dirigentes de esos países tengan como prioridad el desarrollo de su pueblo en lugar de llenar sus cuentas en Suiza.
La gran preocupación de Occidente desde que empezó la crisis es la vuelta al proteccionismo. Esto se evidencia en una serie de titulares de periódicos:
Creo que está claro que para (las élites de) Occidente el proteccionismo es la muerte, y sería la peor consecuencia imaginable de la crisis.
Pero no nos quieren explicar que al dejar de comprar todo de China, si bien se reducirá nuestro poder adquisitivo, se reconstruirá el tejido industrial y con él millones de puestos de trabajo. La riqueza de un país -como bien saben en Alemania- depende directamente de lo que produce, y durante este tiempo todo lo que no hemos producido lo hemos importado a base de endeudarnos -sin saberlo- con el extranjero (a través del sistema financiero nacional).
Bueno, no me enrollo más. Te invito a debatir en foropesetas, un foro con mucho nivel en donde comentamos la actualidad económica y política.
Saludos cordiales, y gracias por comentar.